En el mes de septiembre de 1597 en La Florida (EE.UU.) tuvieron lugar los 5 martirios de los padres franciscanos, que habían llegado hasta las tierras de los indios Guale, para su evangelización. A causa del reproche que le hizo el Padre Pedro de Corpa al heredero de uno de los caciques, el indio Juanillo, cuando pretendía tomar una segunda esposa, y de que en consecuencia no fue elegido como nuevo jefe, un grupo de indios se rebelaron y decidieron asesinar a los religiosos. Cuatro de ellos habían salido de la tierras de Castilla y uno de ellos, al que llamaban el «gigante cántabro», era vasco.
En la pintura superior, una representación de los 5 Mártires de Georgia, que también podemos ver en la oración final, de este reportaje, de izquierda a derecha: Fray Pedro de Corpa, Fray Blas Rodríguez, Fray Miguel Antón el «Padre Chozas» (Fray Miguel Añón, en el centro, con la hoja de palmera), Fray Antonio de Badajoz y Fray Francisco de Veráscola.
En la conjura o revuelta participaron varios caciques: el de Asao, Talapo, Atinehe, Fulo, Tupiqui, Ufalague, Sufalete y el de Aluste, entre otros. Todos pensaban que eran unos «bellacos» por no dejarles tener varias esposas.
14 de septiembre de 1597 – Fray Pedro de Corpa
El primero que sufrió martirio fue el Padre Pedro de Corpa, nacido en Villalbilla (Madrid), según nos cuenta Fray Alonso de Escobedo, a pesar de que le nombran Corpa, que es otra localidad muy cercana a Villalbilla, a 5 km de esta. Ambas poblaciones pertenecen a la Diócesis de Alcalá de Henares, provincia de Madrid.
Estaba a cargo de la misión de Tolomato (ubicada muy posiblemente cerca de Darien, en Georgia, en la costa frente a la isla de Sapelo), lugar donde vivía el Gran Jefe de los indios Guale. Y por tanto, una misión muy importante.
Fray Pedro ingresó a la orden franciscana en la provincia de Castilla, muy posiblemente alrededor del año 1577 y se calcula que pudo ser ordenado como sacerdote en 1584. En 1587 se unió al grupo de frailes reclutados por Fray Alonso de Reinoso, con rumbo a la Florida. La expedición salió del Puerto de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), en una nave comandada por Gil Vadillo. En esa expedición estaba también Fray Antonio de Badajoz, el fraile laico al que llamaban «el intérprete», que también daría su vida en esta revuelta, en la Isla de Santa Catalina, junto a Fray Miguel Antón o Fray Miguel Añón.
El Padre Corpa le dijo al indio Juanillo que al estar bautizado no podía tomar una segunda esposa. Esa fue la chispa. La desaprobación del religioso fue determinante para que Juanillo no saliera elegido como nuevo cacique. Por lo que un grupo de indios rebeldes, que vivían al margen de las misiones, encabezados por el contrariado Juanillo decidieron tomar represalias contra los frailes. Asesinaron primero a Fray Pedro de Corpa, en la mañana del 14 de septiembre de 1597. Trataron de estrangularlo, para finalmente matarlo con un golpe de macana (hacha de piedra). Prendieron después fuego a la iglesia y quemaron una imagen de San Antonio.
Entre los indios estaban los caciques de Ufalague y Sufalete. Le cortaron la cabeza, después de matarle con golpes de hacha, y la colgaron en un tronco en el embarcadero, para que todos lo vieran. A continuación comenzaba tras el suyo, una oleada de martirios.
El indio Juanillo arengó a seguir asesinando a más religiosos porque dijo «Es preciso que matemos a todos los misioneros y a todos los indios cristianos que caigan en nuestras manos; pues el gobernador español el mismo castigo nos dará si logra apresarnos, por la muerte de uno como por la de muchos». Los caciques estaban de acuerdo «no era bueno tener frailes, eran unos bellacos, porque les reñían y no querían que tuviesen muchas mujeres». Los restos mortales de Fray Pedro de Corpa no se localizaron nunca.
Ahora están estudiando un cráneo que creen podría haber sido el de este religioso. El cráneo fue hallado en la década de 1950 en Fort King George y se mantuvo en un estante hasta hace unos años, cuando fue trasladado al Museo de Historia Natural Fernbank en Atlanta.
Los investigadores de la Universidad Estatal de Arizona están haciendo pruebas de ADN, para intentar averiguar el origen étnico del cráneo. Tras unos primeros análisis se cree que procede de un traumatismo craneal grave, una decapitación violenta desde la columna vertebral. Y también que estuvo expuesto a la luz solar antes de ser enterrado, según contó -año reciente- el investigador Harkins, en una de las misas homenaje celebradas en la Isla de Santa Catalina.
16 de septiembre de 1597 – Fray Blas Rodríguez
Eran natural de Cuacos (Cáceres) y se calcula que podría tener unos 45 años. Fray Blas ingresó en la Provincia Franciscana de San Gabriel, en el Convento de Santa Olalla (Toledo), de los austeros frailes descalzos de la Reforma Alcantariana. Dicho convento se puso bajo la advocación de San Juan Bautista, y fue construido en el último cuarto del siglo XVI. Fray Blas Rodríguez embarcó para Florida, el 16 de mayo de 1590. Junto a él, salieron de ese convento, Fray Alonso de Reinoso, Fray Juan de Santiago, Fray Juan del Castillo y Fray Diego Valverde. Había sido ordenado sacerdote. Le representan con un hábito con remiendos, ya viejo, porque llevaba en América 7 años, cuando sufrió el martirio.
Cuando Fray Pedro de Corpa desaconsejó la sucesión del recientemente fallecido Don Francisco, por Juanillo, posiblemente Fray Blas también desaconsejara dicha candidatura, para luchar como su compañero Corpa, contra la poligamia y salvaguardar el matrimonio católico. Por ello, el Bohío de Tolomato –institución encargada de decidir si Juanillo sería el nuevo Mico o cacique– no le concedió finalmente el ansiado nombramiento a Juanillo. Eso le enfureció.
Los indios rebeldes, tras asesinar a Fray Pedro de Corpa, se dirigieron a la vecina misión de Fray Blas Rodríguez. «Volvieron de noche, con muchos otros indios infieles, embijados y untados con bija colorada y con plumas en la cabeza; esta es para ellos señal de crueldades y matanzas». Le permitieron decir su última misa. Fray Blas se tomó todas las hostias consagradas y repartió todas sus pertenencias. Le hicieron contemplar cómo destruían toda su capilla y le asesinaron con golpes de hacha el 16 de septiembre de 1597, en su misión de Tupiqui, situada a tan solo tres leguas al norte de Tolomato.
Le mataron con un golpe de hacha, como se sabe que después corroboraron sus restos mortales. Es un misterio el hecho de que Fray Alonso de Escobedo no le mencione en su poema «La Florida». Habla de 4 martirios, en vez de 5. ¿Cómo es posible? Tal vez se deba a que cuando escribiese ese capítulo o capítulos, todavía no tuviese los datos ciertos de lo que había pasado y quienes eran todas las víctimas. Y que una vez se enteró, porque tendría que haberse enterado de que los asesinados eran 5 frailes y no 4, ya no modificase el capítulo o capítulos que ya llevaba escritos de su obra. Fray Escobedo nos ha dejado así perplejos siglos después. No llegó ni remotamente a imaginar la transcendencia de su obra a la hora de estudiar estos hechos. Menciona Fray Escobedo las dos expediciones franciscanas (la de 1587 y la de 1595), la de y Fray Blas no fue en ninguna de ellas, llegó en una intermedia, en 1590, pero esa no es razón para no mencionar su martirio. Un misterio.
17 de septiembre de 1597 – Fray Antonio de Badajoz
De unos 38 años, hacía las labores de intérprete de Fray Miguel Antón o Fray Miguel Añón, dado que él llevaba en América 10 años, y Fray Miguel sólo llevaba dos años, y todavía estaba aprendiendo el idioma. Al igual que Fray Blas Rodríguez, era de una antigua orden muy estricta, ambos iban descalzos. Algunos autores indican que los indios de la misión de Santa Catalina, en la que estaba destinado junto a Fray Miguel, le advirtieron a él del peligro que corrían y de que debían marcharse.
También formó parte de la expedición de 1587, por tanto llevaba como Fray Pedro de Corpa, 10 años en Florida. Por eso su hábito también está remendado.
Los indios rebeldes le propusieron días antes de los martirios al cacique de Santa Catalina que debía matar a los religiosos el mismo o le asesinarían a él. El jefe indio de Santa Catalina se negó a hacerlo e incluso les ofreció todo lo que tenía si les dejaba ir libres. Advirtieron entonces los indios de su misión a Fray Antonio del peligro que corrían si se quedaban, pero éste no creyó que estuvieran en riesgo de muerte. Podría incluso no habérselo contado a Fray Miguel. Fue al primero que asesinaron.
17 de septiembre de 1597 – Fray Miguel Antón – Fray Miguel de Añón
Estaba a cargo de una de las más importantes misiones de los indios Guale, la de Santa Catalina, desde que llegó a América, en 1595. Incluso se llegó a pensar en convertirla en la capital, en lugar de la ciudad de San Agustín. Fray Miguel era un «gran predicador» y «maestro en teología tan profundo» según señala Fray Alonso de Escobedo en «La Florida». Es decir era probablemente uno de los religiosos de mayor formación del grupo, un «portento», a pesar de su edad al llegar a América, sólo 25 años. Construyó con sus propias manos una gran cruz de madera, bajo la que tristemente después serían enterrados tanto él como Fray Antonio de Badajoz, al que martirizaron primero.
Los rebeldes, mandaron mensajeros a Gualé y Tupiqui, a otras misiones también, para que los indios de cada lugar matasen a sus misioneros. Los de la Isla de Santa Catalina, como ya vimos, se negaron a hacerlo. Y hasta les ofrecieron a los rebeldes sus riquezas para que los dejasen con vida. No les hicieron caso. Algunos autores señalan que los indios de la misión avisaron antes a Fray Antonio de Badajoz, y que él no dio crédito y no se lo dijo a Fray Miguel. Otros autores, consideran que los indios advirtieron también a Fray Miguel, del peligro que corrían si se quedaban allí.
Por el poco tiempo que llevaba en Florida, dos años, a Fray Miguel le representan con un hábito nuevo, sin remendar. Y con la hoja de palmera, la palma del martirio, y propia del lugar donde fue martirizado, la isla de Santa Catalina, con abundantes palmeras.
Había sido bautizado en la Parroquia de Santa María Magdalena, en la localidad toledana de Chozas de Canales (por eso fue conocido como «Fray Chozas»).
Saber más del bautismo de Fray Miguel Antón o Fray Miguel Añón:
A pesar de necesitar la labor del intérprete, por el poco tiempo que llevaba en América, se ganó el respeto y la admiración de los indios de su misión, a los que predicaba y sorprendía con sus cánticos («era el mejor cantor que había en el mundo»). Llegado el momento los indios de la misión se despidieron de los frailes y se fueron al monte a llorarlos. Fray Alonso de Escobedo señala que Fray Miguel murió a golpes de macana (hacha), dados por los indios rebeldes, y que antes de cortarle la cabeza le cortaron la cabellera. Para los indios era una señal de valentía llevar colgando las cabelleras, que ataban a sus piernas a modo de una liga y solían incluso darlas como premio de las pruebas deportivas que realizaban, por su gran valor para ellos.
Cuando ya las muertes eran inevitables, como decíamos antes, los indios bautizados de la misión de Santa Catalina, que ya apreciaban mucho a los frailes de su misión, se retiraron para no presenciarlas. Y fueron los que algunos días después, venciendo el miedo a las represalias de los rebeldes, les enterraron bajo la gran cruz de madera, que Fray Miguel había construido.
Durante las investigaciones posteriores, solicitadas por el Gobernador, cuando cavaron bajo la Cruz, encontraron los dos cuerpos. El de Fray Miguel tenía la cabeza separada de su cuerpo. Algunos autores indican que el indio rebelde que le dio muerte se suicidó después colgándose con la cuerda de su arco (eran arcos de enorme tamaño, como de la altura de una persona).
El lugar donde se sucedieron sus martirios, el de Fray Antonio y el de Fray Miguel se sabe con exactitud, a diferencia de los otros 3 mártires, cuya localización exacta se desconoce. No obstante, no puede visitarse, porque a esa zona, en la Isla de Santa Catalina, la Isla de Gualé, no está permitido el acceso del público general, pese a que sí se puede llegar hasta la isla en barco. Ubicación: isla en el Condado de Liberty, Georgia. En distintas ocasiones se han celebrado misas de homenaje, con el correspondiente permiso.
En su Parroquia toledana, de Santa María Magdalena, está representado en un retablo lateral, y muy posiblemente en uno de los cuadros que hoy presiden el Altar Mayor, junto a otro cuadro de San Francisco de Asís.
Estudios arqueológicos
Hacia 1680 la isla fue dominada por los británicos, por lo que se abandonó la misión franciscana y estos terrenos. Una líder indígena Mary Musgrove, líder de Muskogee Creek, tomó después posesión de la misma, hacia 1759. Cuando falleció esta, su esposo la vendió a Button Gwinnett, quién luego pasó a ser uno de los firmantes de la Declaración de Independencia. Tras pasar por distintos propietarios, finalmente pasó a pertenecer a la Fundación Edward J. Noble.
En la década de los años 80, la Fundación Edward J. Noble se asoció con el Museo de la Historia Natural para que tuvieran lugar en esos terrenos estudios arqueológicos justo donde estaba localizada la misión y también con el propósito de estudiar la Civilización Guale. Se han encontrado restos enterrados de dos iglesias, un cementerio y varias viviendas. Muchos de los objetos encontrados pueden admirarse en el Museo Fernbank de Historia Natural de Atlanta. Se cree que la mayoría de los indios Guale fueron hechos esclavos o fueron asesinados por los piratas Ingleses, quienes invadieron y destruyeron las viejas misiones franciscanas de Georgia. Algunos de los pocos sobrevivientes del pueblo Guale pudieron emigrar a Cuba y otros se mudaron a lo que hoy es Mississippi. Fue un fin muy triste para toda una civilización.
El lugar exacto donde tuvieron lugar los martirios es hoy una explanada, enmarcada por palmeras. La isla está situada a treinta millas al sur de Savannah. En esta tierra que fue regada con la sangre de Fray Antonio de Badajoz y de Fray Miguel Antón o Fray Miguel Añón (a quién se le representa siempre con una hoja de palmera), tuvo lugar una misa celebrada por el Obispo Gregory J. Hartmayer de Savannah, el 13 de octubre de 2013. Fue su primera visita al lugar donde estuvo la iglesia más antigua de Georgia. Con la oportuna autorización, como decíamos antes, han tenido lugar distintas peregrinaciones y misas de homenaje, en dicho lugar, un rectángulo enmarcado por palmeras. Como en la que participaron unos 300 seguidores de «Friends of the Georgia Martyrs».
Ubicación: Isla en el Condado de Liberty, Georgia.
Respecto a los restos mortales de ambos frailes, los cuerpos se sacaron de allí, tiempo después de los martirios, y se llevaron hasta la misión de San Agustín. Después se perdió la pista de donde se les había enterrado de nuevo. Cuando llegaron los británicos arrasaron todas las misiones franciscanas y esclavizaron a los indios que encontraron, en esos años fueron grandes esclavistas.
Fray Francisco Veráscola o Beráscola
Fue bautizado en la Parroquia de Gordejuela (Vizcaya-País Vasco) el 13 de febrero de 1564 y murió como mártir en La Florida el 18 de septiembre de 1597, con 33 años. Fray Alonso de Escobedo escribe Gordojuela, en lugar de Gordejuela. Nació un año antes de que el adelantado Pedro Menéndez de Avilés llegase a La Florida. Sus padres eran Domingo de Beráscola y María Saez de Castañiza. Ofició su bautismo el párroco Don Martín Abad Ibargüen. Se le puso por nombre Francisco por devoción al Seráfico Patriarca. No se sabe con certeza donde profesó, nos cuenta el Padre Ignacio de Omaechevarría, en la estupenda biografía que escribió en su honor, pudo ser en la Capilla de San Francisco de Bilbao, en el Santuario de Nuestra Señora de Aránzazu o en el convento de Castro-Urdiales, de donde lo hace natural Torquemada.
Formó parte de la expedición que salió de Sanlúcar de Barrameda el 14 de julio de 1595 con destino a La Florida. En ella iban también Fray Miguel Antón (Fray Miguel Añón), que era «el Padre Chozas» que menciona Escobedo en «La Florida», y Fray Pedro Fernández de Chozas (el Padre Oré señala que era de Chozas, en realidad señala que también era de Chozas de Canales, como Fray Miguel). Llegaron el 23 de septiembre. Eran doce franciscanos, a las órdenes de Fray Juan de Silva. El Padre Fray Pedro de Auñón enfermó antes de partir y no embarcó.
Representado en los cuadros con hábito nuevo, sombrero de paja y un remo. Cuando días después del martirio de Fray Francisco de Veráscola, los indios se presentaron en la misión del Padre Pedro Fernández de Chozas, llevaban restos del hábito del «gigante» Veráscola y su sombrero de paja. Fray Pedro Fernández (a quien el Fray Oré añadió de Chozas) fue la persona que primero escribió contando lo sucedido, al Gobernador, que rápido mandó un destacamento. A él no le mataron, no se atrevieron a continuar su espiral de violencia. Debió escribir su misiva al Gobernador en un momento de gran confusión, el 4 de octubre de 1597, cuando todavía no se tenían datos ciertos de los hechos. Por ese motivo dicha información fue objeto de un error, porque entre los frailes que Fray Pedro Fernández dice que fueron asesinados aparece el nombre de Fray Francisco de Ávila, mientras que señala al Gobernador que Fray Antonio de Badajoz está vivo y en cautiverio. Cuando la verdad era justo lo contrario. Fray Antonio de Badajoz falleció junto a Fray Miguel Antón en la isla de Santa Catalina, como hemos visto, y el fraile que estaba vivo y retenido como prisionero con los indios era Fray Francisco de Ávila, sometido a malos tratos por los indios, pero que no llegó a perder la vida. Más tarde fue rescatado, al ser cambiado por otro prisionero indio. La información que remite al Gobernador Fray Pedro Fernández es la que obtuvo en un primer momento de los indios, y ellos mismos debían estar confundidos sobre los hechos. La copia original de lo que escribió Fray Pedro se perdió, pero existe una copia autentificada en el Archivo de Indias, sobre su contenido. Se ha conservado textualmente copia autenticada remitida por Méndez de Canzo en su informe de 12 de enero de 1598. El informe completo del Gobernador por suerte se conserva en el Archivo General de las Indias, Audiencia de Santo Domingo, 224, en Sevilla.
«Verascola, famoso vizcaíno
natural del lugar de Gordejuela
por ser varón doctísimo y benigno,
en ocupar su puesto se desvela;
a pie andaba casi de contino
y Jesús coronado le revela
le dé su sangre con alegre gesto,
pues él le dio la suya, en la Cruz puesto
Seis eran del convento de Vitoria y seis del convento de Valladolid. Cinco se llamaban Francisco y otros 5, Pedro. Los dos que no se llamaban así eran Fray Miguel y Fray Blas. Tanto en el Archivo General de Indias AGI, como el Padre Ignacio de Omaechevarría, autor de Sangre vizcaína en los pantanos de Florida (de donde son estos fragmentos), consideran que los seis primeros salieron del convento de Vitoria y no de la Victoria. Si hubiese sido el convento de La Victoria, deberían haber puesto el adjetivo «la» y además haber señalado, del mismo modo, el nombre del convento de Valladolid, y no sólo la ciudad.
El primero de la lista es Fray Miguel, el archivero interpretó Arias, cuando en realidad pone Antón, con esa virgulilla que ahorraba la t de Antón, y la última letra bien puede representar la R de Rodríguez. Observad en los que se llaman Francisco, como sólo pone Fran y una letra que parece una @ situada arriba, y con dicha letra tan extraña para nosotros, está escribiendo -cisco.
Su misión estaba en Santo Domingo de Asao, isla que ahora se llama St Simon Island. El tenía que construir la misión de nuevas (la de Santa Catalina, por ejemplo ya estaba montada por los Padres Jesuitas, que llegaron antes que los Franciscanos a Florida), y había ido a por distintos materiales y objetos religiosos a San Agustín. Le sorprendieron cuando regresaba en su canoa, le estaban esperando. Le representan a veces con sombrero de paja y un remo. Le cogieron a traición por la espalda entre varios indios, dado que era muy fuerte y atlético. Murió también a hachazos, a golpes de macana, como los demás.
Las investigaciones posteriores determinaron que la causa fundamental de los 5 martirios se debía a la afición de los indios por la poligamia. En concreto los indios que vivían alejados de la fe católica.
Fray Francisco de Ávila, no fallelció
Hubo también un sexto religioso que fue hecho prisionero, y tras largos meses en cautividad, y de ser sometido a todo tipo de torturas y trabajos pesados, fue intercambiado por un indio prisionero. Era Fray Francisco de Ávila, su misión estaba en Ospo, la actual isla de Jekyl. Fray Alonso de Escobedo nos cuenta en La Florida cómo fue torturado durante el tiempo que duró su cautiverio.
Más de 400 años después, los líderes de la Diócesis Católica de Savannah trabajan sin descanso para que esos misioneros sean declarados mártires y, algún día, posiblemente santos. ¡Dios quiera que consigan ese reconocimiento!
Recemos por ello… y por ellos.
Sobre la autora:
Dori Rodríguez García nacida en Chozas de Canales (Toledo – España). Periodista, Licenciada en Ciencias de la Información, en 1987, en la Universidad Complutense de Madrid. Becaria en el Gabinete de Prensa de Televisión Española. Trabajó en las revistas «Tele-Ticket», «Mucho más», «Cómplice» y «Greca» de la Editorial española Sarpe y posteriormente de la editorial alemana Axel Springer. Seguidamente, siguió su labor en otra editorial española, Globus Comunicación, en las revistas «Bricolaje y Decoración», «Brico», «Cocinar Hoy», «Cocina Semanal», «Decoración clásica», «Casas de siempre» y «Cocina Ligera», donde ejerció de redactora jefe. Actualmente es Directora Adjunta de la revista digital: Nutriguia.com y Directora de Adoronews.com