Comisariada por Lorenzo Caprile y Eloy Martínez de la Pera, sin duda ha sido una exposición única en un emplazamiento también espectacular, nada menos que en algunas dependencias del Palacio de Liria. Siempre quise conocerlo, y ha sido a través de la moda como he tenido oportunidad de hacerlo. Este singular palacio madrileño se ha abierto -del 19 de octubre de 2023 al 3 de marzo de 2024- para permitirnos descubrir uno de los diálogos que se producen en la Historia, entre el arte, la moda y el patrimonio. Entrelazados siempre, por supuesto. En este singular recorrido a través de dos siglos hemos podido contemplar soberbias piezas de alta costura, creadas por firmas como Cristóbal Balenciaga, Charles Frederick Worth, Flora Villareal, Louise Boulanger o Emanuel Ungaro arropadas por increíbles obras de arte, que han ayudado a contextualizarlas, rubricadas por la genialidad de pintores de la talla de Joaquín Sorolla, Federico de Madrazo, Franz Xaver Winterhalter o Ignacio Zuloaga. Y he querido compartirla con nuestros lectores. Espero les resulte tan interesante como a mí…
En la imagen de apertura, un precioso vestido de Flora Villareal – Vestido de noche palabra de honor de Cayetana Fitz-James Stuart, XVIII duquesa de Alba. ca 1955-1965. Colección Duquesa de Montoro.
Esta exposición, como nos cuentan sus dos comisarios ha tenido como objetivo «destacar el estrecho vínculo entre la Casa de Alba y el mundo de la moda, resaltando su labor como mecenas, en un marco cronológico que abarca desde el nacimiento de la moda moderna en el siglo XIX, hasta la actualidad. En ella hemos podido contemplar también el vestido de la primera boda de Cayetana, el de su hija Eugenia, cuando se casó con Fran Ribera, y el de la mujer de su nieto, Fernando Fitz-James Stuart y Solís, el actual heredero del ducado, Sofía Palazuelo Barroso. ¡Con lo que nos gustan en Adoronews.com los vestidos de novia!
Un capítulo muy importante de la misma es el que protagoniza la emperatriz Eugenia de Montijo, primera gran influencer universal «gracias a la complicidad que tuvo con el creador de Alta Costura Charles Frederick Worth, y a los espectaculares vestidos procedentes de Château de Compiegne, donde residió en ocasiones con su esposo Napoleón III. También los caballeros de la familia han tenido un papel estelar, dándonos cuenta de la distinción y elegancia de Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, XVII duque de Alba, padre de doña Cayetana. De ese modo nos ha adentrado también en «el protocolo, la etiqueta masculina y la belleza que se oculta tras la uniformidad regia». Me ha encantado entre otras cosas ver también la capa española de Seseña, muy similar a la que tenía mi abuelo y que conservamos en la actualidad.
De ese modo llegamos hasta la XVIII duquesa Cayetana, tan querida por todos, y sin duda un referente de «lo español» en la moda a través de grandes couturiers como Manuel Pertegaz, Christian Dior o Flora Villareal. Tan moderna en su época, tan transgresora, tan española, tan única. Yo tengo la suerte de tener dos piezas que he visto en la duquesa en revistas del corazón, un cuello de piel, de trocitos de colas de zorro de colores, comprado en la desaparecida tienda Musgo de la calle Serrano, y un vestido de estampado psicodélico, en violeta, negro y blanco, de Cortefiel, bastante juvenil. Me hizo gracia al verlo. Ella era así, divina y muy moderna. Maravillosa.
Martínez de la Pera y Caprile, nos lo resumen así: «La moda en la Casa de Alba» reúne más de 100 piezas procedentes de los palacios de Liria, Las Dueñas y Monterrey, y de instituciones como el Château de Compiègne, el Museo del Traje o Patrimonio Nacional, así como de un gran número de coleccionistas privados que, comprometidos con este proyecto tan especial e inédito, han cedido valiosas obras de arte y piezas de indumentaria, que pudieron verse por primera vez en esta exposición irrepetible, y por ello también inolvidable, para hacernos sentir que si la pintura es deudora de la moda, ésta le debe a la pintura su permanencia en el tiempo». Qué gran verdad, y en los últimos tiempos la moda también le deberá su permanencia en el tiempo a la fotografía.
SALA 1: LA MODA EN LA CASA DE ALBA
LA EMPERATRIZ EUGENIA DE MONTIJO, LA PRIMERA INFLUENCER UNIVERSAL
María Francisca de Sales Portocarrero, duquesa de Alba por su matrimonio con Jacobo Fitz-James Stuart y Ventimiglia, XV duque de Alba. Su hermana, la emperatriz de los franceses, Eugenia de Montijo, hijas de Cipriano Portocarrero y de María Manuela Kirkpatrick de Closeburn y de Grévignée. Doña María Manuela propició una política matrimonial con sus dos hijas, concertando con una de ellas el matrimonio con el duque de Alba, y con la otra su matrimonio con Napoleón III. Dos «buenísimos» matrimonios.
Abarca desde el nacimiento de la moda moderna en el siglo XIX, hasta la actualidad, que finaliza con el vestido de boda de Sofía Palazuelo, esposa del heredero del actual Duque de Alba. Esta exposición no se entiende sin sus protagonistas. Por tanto da comienzo con María Francisca de Sales Portocarrero y Palafox, XV duquesa de Alba, y con su hermana María Eugenia de Guzmán y Kirkpatrick, condesa de Teba, más conocida como Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III y emperatriz de Francia.
En los hermosos retratos de ambas hermanas rubricados por Federico de Madrazo apreciamos «la especial predilección por la belleza de la indumentaria, por los diseños á-la-mode, por un guardarropa conceptual y estéticamente pleno de mensajes, y por un vestuario tomado verdaderamente en serio». Muy bella, Eugenia de Montijo tenía unos hermosos ojos azul violeta, cabello pelirrojo, tez perfecta y pies pequeños, lo que la convertía en un mito, un icono de la moda en Francia, un referente de belleza, elegancia, estilo, algo similar a lo que hoy podríamos entender como una gran influencer. Sus estilismos traspasaban las fronteras en el siglo XIX, a través de bustos, litografías y los retratos de uno de los pintores de mayor prestigio del momento entre la realeza y la aristocracia, el alemán Franz Xaver Winterhalter.
Apasionada de la indumentaria española, la emperatriz popularizó prendas como la mantilla de encaje, el abanico o las faldas con múltiples volantes, reforzando su influencia en París, que era el epicentro de la moda y el gusto refinado a través de los modistas, artesanos y orfebres más reputados de ese momento. «Hablamos de joyeros como Chaumet o Lemonnier, de perfumistas como Pierre-François-Pascal Guerlain, de artesanos del cuero como Louis Vuitton y de los encajes, brocados o sedas en ciudades como Saint-Étienne, Calais o Lyon.
SALA 2:
Dedicada a la moda que instauró la primera influencer durante su reinado como emperatriz de los franceses. Con piezas únicas creadas para ella por Worth, que fue el primer modista en empezar a etiquetar sus prendas, dando con ello origen a las casas de moda, tal y como siguen imperando actualmente. En ella se aprecian una serie de chaquetas-bolero incluida la que diseñó uno de los comisarios de la exposición, Lorenzo Caprile para Cayetana Rivera Martínez de Irujo para la Goyesca de 2021. Busca poner en valor como Eugenia de Montijo popularizó detalles de la indumentaria española en la corte de Francia, tales como madroños, encajes y los abanicos. La emperatriz fue quien ideó y popularizó las chaquetas bolero.
Apoyó muchísimo a su modista Charles Frederick Worth, que fue quien propuso abandonar el miriñaque y sustituirlo por el polisón. También puso de moda el sombrero Eugenia, inclinado sobre un ojo y decorado con una pluma. Dicen que Luis Napoleón tuvo que hacer grandes esfuerzos por la resistencia de Eugenia. Le preguntó a ella: «señorita, ¿cómo se llega hasta usted?» a lo que ella le respondió, «a través de la capilla, sire» según recoge en su biografía el historiador Fernando Díaz-Plaja. En su boda lució el mismo velo que lució María Antonieta en su enlace con Luis XVI, que ha podido verse en esta gran exposición. Su matrimonio estuvo marcado por numerosas infidelidades. Se quedó viuda en 1873 y perdió a su único hijo en Sudáfrica, en 1879. Desde el día en que falleció su hijo vestiría de luto, durante los más de 40 años que le quedaban de vida.
Ese lujo sirvió también para reafirmar el poder del Segundo Imperio Francés y la dinastía Bonaparte. Consciente de ello, Eugenia de Montijo comprendió que sus vestidos e indumentaria eran esenciales como herramienta política. «Algunos de los vestidos y accesorios más emblemáticos en la vida personal y pública de la emperatriz, hoy custodiados en el Château de Compiègne, se muestran por primera vez en España, y nos permiten conocer mejor su estilo y el de su época».
Al quedarse viuda, la emperatriz pasaba largas temporadas en el Palacio de Liria, en el que falleció años después., el 11 de julio de 1920. Poseía una de las colecciones de joyas más importantes de su época, algunas de ellas se pueden contemplar en el Museo del Louvre. La película hispanofrancesa Violetas imperiales, de 1952 está inspirada en ella, como la española Eugenia de Montijo, de 1944. Nació el 5 de mayo de 1826 en Granada. En 1844 su hermana se casaba con el duque de Alba. El 30 de enero de 1853 Eugenia se casó con el presidente de la República Francesa, que más tarde se convirtió en el Emperador, ante el altar mayor de la catedral de Notre-Dame. Eugenia lució un vestido de satén blanco, con diadema de brillantes y zafiros que habían sido de las emperatrices Josefina y María Luisa, esposas de Napoleón I. Tuvo un sólo hijo: Napoleón Luis Eugenio Juan José Bonaparte, el 16 de marzo de 1856.
SALA 3: DANDISMO, PROTOCOLO E INDUMENTARIA REGIA
La elegancia y distinción de Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, XVII duque de Alba, nos permite adentrarnos en el protocolo de la etiqueta masculina y en la belleza que se oculta detrás de la uniformidad regia.
«Según Baudelaire, la elegancia del dandi a veces consiste precisamente en no ir a la moda estrictamente llevada, afirmando que «La indeterminación produce la distinción». Se puede, por tanto, ser un gentleman, un caballero elegante sin ser un dandi, poro no se puede ser un dandi sin ser elegante».
Será el más elegante de los pintores, Joaquín Sorolla, quien nos muestra esa elegancia en el retrato que hizo al duque Jacobo. Un retrato que nos transmite esa distinción que supera a la misma etiqueta en el vestir, para plasmar como afirmaba Honoré de Balzac, que la elegancia no consiste tanto en el traje como en el modo de llevar ese traje.
A principios del siglo XX el buen gusto y la distinción no es sólo una cuestión de belleza o de estética, dado que hay también otros factores esenciales como la actitud, el comportamiento y todos los aspectos de la vida en sociedad. Los militares estaban sujetos a esos usos y al respeto al protocolo, y contaban con unas ordenanzas concretas que establecían muchas de estas reglas como norma. Destacamos el uniforme de Húsares de Pavía de S.M.el Rey Don Alfonso XIII, con el que fue retratado por Joaquín Sorolla.
En esta tercera sala admiramos las dos magistrales obras de Sorolla, el retrato de Alfonso XIII con uniforme de húsares y el de Jacobo Fitz James-Stuart y Falcó, XVII duque de Alba. Junto a ambas pinturas dichos uniformes de gala y traje de frac. A su lado, otra valiosa pieza, una espectacular capa de Seseña, también diversos sombreros de copa alta de Jacobo Fitz James-Stuart.
Eugenia de Montijo fue madrina de Victoria Eugenia de Battenberg, reina de España por su matrimonio con Alfonso XIII, que además era íntimo amigo de Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, quién además se casó con una de las damas de la reina Victoria Eugenia, María del Rosario de Silva y Gurtubay. Esta última fue la madre de la última duquesa de Alba, Cayetana Fitz-James Stuart, madre del actual duque de Alba.
SALA 4: CAYETANA DE ALBA: DE «LO ESPAÑOL» A LA ALTA COSTURA
Contemplar el armario de la Casa de Alba es un minucioso recorrido por la moda española del siglo XX. Este viaje da comienzo con la fotografía de Rosario de Silva y Guturbay, XVII duquesa de Alba, realizado por George Hoymingen-Huene en 1930. La duquesa luce un sublime vestido firmado por Chanel, una figura esencial para la historia de la moda.
Su hija, Cayetana Fitz-James Stuart, XVIII duquesa de Alba, hereda de su madre el buen gusto, el estilo y la modernidad. En febrero de 1947, Christian Dior sorprendió al mundo con su primera colección «Corolle» -el famoso New Look- representando un nuevo modelo de silueta, glamour y belleza, con permiso del maestro Balenciaga. Tras ese desfile, nada en la moda volverá a ser lo mismo.
Ocho meses después, en octubre de 1947, Cayetana Fitz-James Stuart se casa con Luis Martínez de Irujo y Artacoz en el Palacio de Dueñas de Sevilla, vestida por la excepcional, y sin embargo poco reconocida Flora Villarreal. Un vestido de novia maravilloso, elegante y regio, con la modernidad de esa nueva línea propuesta por Dior solo seis meses antes, que fue fotografiado por periodistas nacionales e internacionales que acudieron a la boda más mediática del año.
También en Sevilla, tendría lugar otra boda muy mediática, la de la única hija de Doña Cayetana, Eugenia Martínez de Irujo, celebrada en 1998, que también supuso un nuevo punto de encuentro entre la moda y la Casa de Alba.
Para su boda con Fran Ribera, hijo del torero Francisco Paquirri y de Carmina Ordóñez (que fue la madrina, con mantilla azul, en la boda se recomendaba mantilla blanca, negra o beige), Eugenia eligió al modista Emanuel Ungaro, uno de los grandes nombres de la alta moda parisina, alumno y discípulo de Balenciaga. Úngaro diseñó un espectacular, sobrio y femenino vestido de novia, de corte medieval, en raso de color marfil, rematado con una impresionante tiara, según tradición familiar, perteneciente a la emperatriz Eugenia de Montijo. De ese modo el pasado y el presente se unían de nuevo.
Y así hasta llegar a nuestro siglo XXI, con el protagonismo del color blanco del majestuoso traje de novia de Sofía Palazuelo, XVII duquesa de Huéscar, firmado por su tía Teresa Palazuelo. Su fotografía de boda se acompaña de un retrato en el que porta la Corona Ducal, joya familiar ya utilizada por María del Rosario Falcó y Osorio, XVI duquesa de Alba. «En la crónica de un baile celebrado en 1859, se conserva la siguiente referencia: «María Francisca de Sales Portocarrero y Palafox, XV duquesa de Alba, ostentaba una soberbia corona ducal de brillantes y esmeraldas regalo de su augusta hermana la emperatriz Eugenia».
En 1959, en el madrileño Palacio de Liria tuvo lugar un fabuloso desfile de Yves Saint Laurent, como director creativo de Christian Dior. Se organizó con fines benéficos para las Escuelas Salesianas, y en el que Cayetana ejerció como anfitriona. Fue el primer desfile de una colección de Alta Costura fuera de París. Un evento que contó con la alta sociedad española y también la parisina del momento y que convirtió al Palacio de Liria en el epicentro de la moda.
En esta última sala una cuidada selección de vestidos de novia y también de noche, de alta costura. Preciosísimo el vestido de novia de doña Cayetana, firmado por Flora Villareal. Ella firmará también el espectacular vestido palabra de honor, que vimos en la fotografía de apertura. Un vestido deslumbrante, que hemos visto también como lo lució en su día Cayetana.
En esta sala otras interesantes piezas pertenecientes a la última duquesa de Alba, como un vestido de cóctel en seda de la casa Dior, otro que rubrica Manuel Pertegaz y un tercero de Cristóbal Balenciaga, cedido para la exposición por Isabel Hoyos Martínez de Irujo.
De los miembros más jóvenes, hemos podido ver el vestido de novia de Eugenia Martínez de Irujo, firmado por Emanuel Ungaro y el de Sofía Palazuelo, con el que se cierra el círculo. El último firmado por su difunta tía, Teresa Palazuelo. Ella, como esposa del heredero del actual duque de Alba, Fernando Fitz-James Stuart y Solís, hijo mayor del actual Duque de Alba, Carlos Martínez de Irujo, separado desde hace años de su madre, Matilde Solís.
SALA 5: TRES DUQUES, DOS PINTORES Y UNA REINA
Este viaje por dos siglos de Moda y Arte, continúa con una última galería de retratos que representa a tres generaciones de duques de Alba, Rosario de Silva y Guturbay, XVII duquesa de Alba, «Totó», fue retratada por Ignacio Zuloaga en 1921. La duquesa eligió un robe du stile de Louise Chéruit, modista de la alta costura parisina, junto a nombres como Lanvin, Boulanger o Chanel. La elección de Chéruit para ser inmortalizada por Zuloaga, plasma su modernidad en el estilo y los valores de estos nuevos tiempos.
Otra obra excepcional es la de María del Rosario Falcó, XVI duquesa de Alba, inmortalizada por Federico y Raimundo Madrazo, como una de las mujeres más elegantes y distinguidas a finales del siglo XIX. La moda romántica empieza a confundirse con la moda de la Belle Époque.
En el apartado masculino, el duque Jacobo y su padre Carlos, nos despiden compartiendo complicidad a través de la indumentaria, portando ambos el uniforme de la Real Maestranza, siempre presente en los retratos oficiales de la Casa de Alba, firmados por pintores como Raimundo de Madrazo e Ignacio de Zuloaga.
Una exposición única, por las piezas que han podido observarse, algunas nunca expuestas con antelación, la mayoría de ellas procedentes del patrimonio de la Casa de Alba, de los palacios de Liria, Dueñas y Moterrey, complementadas con retratos, fotografías, esculturas, complementos… Así como otras que han sido prestadas por Patrimonio Nacional, el Museo del Traje, Chateau de Compiègne y colecciones particulares.
Datos:
- Exposición La moda en la Casa de Alba
- Del 19 de octubre al 31 de marzo de 2024
- Comisarios: Lorenzo Caprile & Eloy Martínez de la Pera
- Fundación Casa de Alba -Liria Casa de Alba
- Palacio de Liria
- Calle de la Princesa,20-28008 Madrid
- Teléfono: +34 91 590 84 54
- www.palaciodeliria.com
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