Balenciaga and Spanish Painting Del 18 de junio al 22 de septiembre de 2019
Comisario: Eloy Martínez de la Pera
Del 18 de junio al 22 de septiembre, el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza presenta una exposición que vincula la creación de Cristóbal Balenciaga, el diseñador de moda más admirado e influyente de todos los tiempos, con la tradición de la pintura española de los siglos XVI al XX. Se trata de la primera gran exposición dedicada al modisto vasco que se presenta en Madrid en casi 50 años y la primera que reúne, junto a sus diseños, una selección de cuadros de grandes nombres de la historia del arte español, una de sus principales fuentes de inspiración.
En la fotografía superior la Sala El Greco.
Imágenes de izquierda a derecha: Conjunto de noche de vestido y sobrefalda, hacia 1951. Museo del Traje/Zurbarán. Santa Isabel de Portugal, hacia 1635. Museo Nacional del Prado / El Greco.
Anunciación, hacia 1576. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza/ Vestido de noche, 1968. Colección de Dominique Sirop, París
La muestra está comisariada por Eloy Martínez de la Pera, quien ha seleccionado para la ocasión un total de 90 piezas de indumentaria, muchas de ellas nunca antes expuestas, y un excepcional conjunto de 55 cuadros, entre los que destacan obras de El Greco, Velázquez, Murillo, Carreño de Miranda, Zurbarán, Goya, Madrazo o Zuloaga.
Chaqueta de noche, 1946. Terciopelo de seda, pasamanería y pedrería de azabache. Colección de Hamish Bowles Hamish Bowles Collection © Jon Cazenave
Ramón Casas Carbó. Julia, 1915. Óleo sobre lienzo, 85 x 67 cm. © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza en préstamo gratuito al Museo Carmen Thyssen Málaga
El recorrido por las salas sigue un itinerario cronológico a través de las pinturas, a las que acompañan los vestidos vinculados a cada estilo o a cada pintor. Conexiones basadas en elementos conceptuales, en formas y volúmenes, en complicidades cromáticas, que dan lugar a un fascinante diálogo entre moda y pintura, entre la creatividad del genial modisto y sus fuentes de inspiración.
El proyecto cuenta con la colaboración de Herbert Smith Freehills y Las Rozas Village.
El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza presenta una exposición que vincula la creación de Cristóbal Balenciaga, el diseñador de moda más admirado e influyente de todos los tiempos, con la
tradición de la pintura española de los siglos XVI al XX. Se trata de la primera gran exposición
dedicada al modisto vasco que se presenta en Madrid en casi 50 años y la primera que reúne, junto
a sus diseños, una selección de cuadros de grandes nombres de la historia del arte español,
sus principales fuentes de inspiración
La muestra está comisariada por Eloy Martínez de la Pera, quien ha seleccionado para la ocasión un
total de 90 piezas de indumentaria procedentes del Cristobal Balenciaga Museoa de Getaria, el
Museo del Traje de Madrid y el Museoa del Disseny de Barcelona, así como de numerosas colecciones particulares nacionales e internacionales, muchas de ellas nunca antes
expuestas. Con respecto a las pinturas, se ha logrado reunir un excepcional conjunto de 55 cuadros
prestados por museos de ámbito nacional como el Museo Nacional del Prado, el Bellas Artes de Bilbao o el Lázaro Galdiano, por fundaciones como BBVA, Santander y Casa de Alba, y por
colecciones privadas como las de Abelló o Alicia Koplowitz, y entre los que destacan obras de El
Greco, Velázquez, Murillo, Carreño de Miranda, Zurbarán, Goya, Madrazo o Zuloaga. El proyecto
cuenta con la colaboración de Helbert Smith Freehills y Las Rozas Village.
Las referencias al arte y la cultura española estuvieron siempre presentes en el trabajo de Cristóbal
Balenciaga. Las líneas simples y minimalistas de los hábitos religiosos o el volumen arquitectónico
de estos tejidos son una constante en muchas de sus piezas. El aire de la bata de cola de una
bailaora flamenca que se deja ver en los volantes de algunos vestidos, los brillos del traje de luces de un torero trasladados con maestría al paillette bordado de una chaqueta bolero, o la estética de la indumentaria en la corte de los Austrias reflejada en las negras telas aterciopeladas adornadas con azabache de sus creaciones, son solo algunos ejemplos.
Balenciaga revisaba continuamente la historia del arte y, con su fuerte personalidad y estilo, mantuvo esas influencias hasta en su periodo más vanguardista, recuperando hechuras históricas y reinterpretándolas de manera moderna.
El recorrido por las salas sigue un itinerario cronológico a través de las pinturas, a las que
acompañan los vestidos vinculados a cada estilo o a cada pintor. Conexiones basadas en elementos
conceptuales, en formas y volúmenes, en complicidades cromáticas, que dan lugar a un fascinante
diálogo entre moda y pintura, entre la creatividad del genial modisto y sus fuentes de inspiración.
Esta presentación permite además revisar el arte desde una mirada diferente, poniendo la atención
sobre los pintores como creadores y transmisores de moda, y como maestros en la representación de telas, texturas, pliegues y volúmenes. El espacio expositivo rinde homenaje al negro, uno de los colores fetiche del diseñador, y a su figura como “arquitecto de la alta costura”, denominación que se ha perpetuado hasta nuestros días por la importancia de la línea y de las formas puras en sus diseños, y por muchos de sus grandes hitos como la línea barril, el semientallado, las faldas balón, la túnica, el vestido saco o el baby doll, para concluir a finales de los 60 en la abstracción.
|
“Un buen modisto debe ser arquitecto para los patrones, escultor para la forma, pintor para los
dibujos, músico para la armonía y filósofo para la medida.” (Cristóbal Balenciaga)
Balenciaga nació en Getaria (Guipúzcoa) en 1895, hijo de José Balenciaga, pescador, y de Martina
Eizaguirre, costurera. Siendo niño, se inició en el oficio de la mano de su madre, que cosía para
destacadas familias de la zona, entre ellos, los marqueses de Casa Torres, que pasaban los veranos
en el palacio Aldamar, en la localidad guipuzcoana, también conocido como Vista Ona. Fue allí
donde el joven Cristóbal entró en contacto con el gusto de la élite aristocrática y donde pudo ocasión de contemplar y disfrutar de la magnífica colección de arte que poseían los marqueses y de su extensa biblioteca. Esta excelente introducción al mundo de la moda y del arte, unida a su extraordinaria
sensibilidad, fue lo que sin duda le llevó a dedicar su vida al diseño desde fecha muy temprana.
En Vista Ona había cuadros de Velázquez, El Greco, Pantoja de la Cruz o
Goya, entre otros maestros de la pintura española, y de su admiración
por estos pintores comenzó a forjarse su particular imaginario estético.
Entre los siglos XVI y XVIII, muchas innovaciones técnicas y estilísticas en
la indumentaria, como las medias de seda, la gola, el corsé o el jubón,
surgieron en España. Los sastres españoles fueron famosos en aquella
época por la precisión en el corte y la línea de sus trajes. En 1939,
Balenciaga se inspiró directamente en Velázquez para el diseño de su
vestido Infanta, una reinterpretación moderna de los trajes con los que el
pintor retrató a la infanta Margarita de Austria y que el diseñador
presentó ese mismo año en París.
Tres años antes, en 1936 y como consecuencia del estallido de la guerra civil en España, Balenciaga
se había trasladado a la capital francesa. Se encontraba ya en una etapa de plena madurez creativa,
tras haber fundado en las décadas anteriores establecimientos de moda en San Sebastián, Madrid y
Barcelona y contar entre su clientela con la alta sociedad y la Familia Real españolas. En agosto de
1937 abrió su taller en la avenida George V de París. Las creaciones de Balenciaga en estos años
estaban impregnadas del contexto cultural de su país de origen, convirtiendo este periodo en todo
un homenaje a la estética de ‘lo español’.
“Con los tejidos nosotros hacemos lo que podemos,
Balenciaga hace lo que quiere.” (Christian Dior)
Con su estilo innovador, total dominio de la costura y un alto nivel de
exigencia, muy pronto se consagró como uno de los diseñadores más
influyentes del panorama internacional. En París entró en contacto con
una clientela cosmopolita y empezó a llamar también la atención de los
medios de comunicación de todo el mundo que lo encumbraron como el
“rey de la alta costura”. Tenía predilección por los tejidos con peso, que
enriquecía con bordados hechos a mano, pedrería o lentejuelas. Sin
apenas cortes ni costuras, creaba vestidos de formas rectas o
redondeadas, dando a sus prendas un acabado perfecto, casi
escultórico. Su sentido de la proporción y la medida, el manejo de la
técnica y búsqueda de la excelencia le reportaron la admiración de sus
colegas contemporáneos -como Christian Dior, que lo consideró “el
maestro de todos nosotros”, o Coco Chanel, que lo calificó como “el único auténtico couturier”-; y
en su taller o con sus consejos se formaron algunos de los diseñadores más importantes del siglo XX
como Hubert de Givenchy, Emanuel Ungaro, Óscar de la Renta o Paco Rabanne.
Basadas en la comodidad, la pureza de líneas, la reinterpretación de la tradición española y el
desarrollo de volúmenes innovadores, sus creaciones marcaron la moda de las décadas centrales
del siglo XX, hasta 1968, cuando la alta costura empieza a perder peso frente al prêt-à-porter,
momento en el que decide retirarse. Balenciaga se instala de nuevo en España y, cuatro años más
tarde, acepta un último encargo: el vestido de novia de Carmen Martínez-Bordiú, una de las
creaciones incluidas en la exposición. Ese mismo año, en marzo de 1972, fallece en la localidad de
Jávea a causa de un infarto.
Balenciaga y el arte
Francisco de Goya. El cardenal don Luis María de Borbón y Vallabriga, hacia 1800. Óleo sobre lienzo, 214 x 136 cm. Museo Nacional del Prado (Antigua colección del marqués de Casa Torres) © Archivo Fotográfico Museo Nacional del Prado
Conjunto de vestido y chaqueta, 1960. Vestido de satén, chaqueta de satén, hilos metálicos, lentejuelas y mostacillas. Museo del Traje, Madrid. Ministerio de Cultura y Deporte © Jon Cazenave
La exposición empieza con un apartado dedicado a
la pintura que Balenciaga pudo admirar en su
juventud, en el palacete de los marqueses de Casa
Torres, y que se convirtió en motor de inspiración
desde sus inicios. Tres de los cuadros reunidos en la
sala, procedentes del Museo Nacional del Prado,
formaron parte de esa colección: una Cabeza de
apóstol de Velázquez, un San Sebastián de El Greco
y El cardenal Luis María de Borbón y Vallabriga de
Goya, este último en diálogo con un magnífico
conjunto de chaqueta y vestido en color rojo del
Museo del Traje de Madrid. A destacar también el
‘duelo’ entre un espectacular traje de noche y
capelina, en gazar de seda azul, y el manto del
mismo color de la Inmaculada Concepción de Murillo de la Colección Arango, o el famoso modelo
Infanta antes mencionado, prestado por el Museo del Traje de Madrid.
El Greco
Abrigo de noche con cuello fruncido, hacia 1955. Terciopelo y faya Cristóbal Balenciaga Museoa, Getaria © Museo Cristóbal Balenciaga © Jon Cazenave
El Greco
Retrato de un caballero, hacia 1586. Óleo sobre lienzo 67 x 55 cm. Museo Nacional del Prado, Madrid. © Archivo Fotográfico Museo Nacional del Prado
La siguiente sala está dedicada a la influencia
de El Greco y comienza con un abrigo de noche
en terciopelo de seda negra, cuyo cuello
fruncido nos remite a la forma de la gola, como
la que luce a su lado el caballero retratado por
el cretense hacia 1586. Le siguen varias obras
de tema religioso a las que acompaña un
conjunto de vestidos cuyo intenso colorido, en
rosas, amarillos, verdes o azules, parece surgir
de la misma paleta cromática, la luminosidad y
los matices con los que El Greco pintó mantos y vestidos de Vírgenes, ángeles y santos, al tiempo
que sus formas y volúmenes, llenos de movimiento, se repiten igualmente en algunas de las más
bellas creaciones del diseñador.
Pintura española de corte: el negro
Vestido de noche, 1943. Satén Cristóbal Balenciaga Museoa, Getaria. © Museo Cristóbal Balenciaga © Jon Cazenave
Anónimo español del siglo XVII. Escuela española del siglo XVII. Retrato de la 6ª (VI) condesa de Miranda. Óleo sobre lienzo, 1962 x 120 cm. Fundación Casa de Alba. Palacio de Liria, Madrid.
La corte de Felipe II puso de moda en toda
Europa el uso del negro para su indumentaria,
manteniéndose a lo largo del tiempo como
símbolo de poder y elegancia y convirtiéndose
en uno de los arquetipos de la identidad
española. El negro ha fascinado siempre en el
mundo de la moda por su fuerte poder visual y
simbólico, y Balenciaga supo reinterpretarlo de
forma muy personal. Lo dotó de una luz
especial, ampliando la línea abierta por Chanel
en 1926 con su little black dress, e
incorporándolo definitivamente en la
modernidad del diseño internacional de la
primera mitad del siglo XX. Así fue reconocido por la crítica especializada, como la revista Harper’s
Bazaar que, en 1938, destacó: “… aquí el negro es tan negro que te golpea. Grueso negro español,
casi aterciopelado, como una noche sin estrellas, que hace que el resto de los negros parezcan casi
gris.” El blanco y negro del Retrato de la VI condesa de Miranda encuentra su eco en un
espectacular vestido de noche en satén combinando negro y marfil; lo mismo que el conjunto de
vestidos de noche que acompañan en la sala a retratos de corte como el de La reina Isabel de
Valois, tercera esposa de Felipe II, de Juan Pantoja de la Cruz, o el de doña Juana de Austria,
princesa de Portugal, de Sánchez Coello.
Pintura española de corte: el bodegón
Vestido de noche, hacia 1958. Ikat de seda. Colección de Inés Carvajal. © Jon Cazenave
Gabriel de la Corte.
Jarrón de cristal con flores, segunda mitad del siglo XVII. Óleo sobre lienzo, 83,5 x 62,5 cm. Colección Gerstenmaier.
Las flores han sido uno de los temas más
recurrentes de la historia de la pintura y fuente
de inspiración para artistas de todas las épocas.
Cuando llega a París, Balenciaga entra en
contacto con los más destacados creadores de
tejidos y artesanos de la estampación, así como
de botones, flores o plumas que convirtió en
remates de lujo para sus creaciones. Magníficos
vestidos con diseños florales, como un abrigo de
noche en organza de seda con aplicaciones de
flores, o un vestido rosa con tul bordado con
hilos de Argel, lucen en este apartado en todo su
esplendor acompañados de una selección de
bodegones de pintores españoles como Juan de
Arellano, Gabriel de la Corte o Benito Espinós.
Pintura española de corte: el bordado
Rodrigo de Villandrando. Isabel de Borbón, esposa de Felipe IV, hacia 1620. Óleo sobre lienzo, 201 x 115 cm. Museo Nacional del Prado, Madrid. © Archivo Fotográfico Museo Nacional del Prado
Vestido de novia, 1957. Museo Cristóbal Balenciaga © Museo Cristóbal Balenciaga © Jon Cazenave
Balenciaga poseía una colección de indumentaria
histórica que incluía numerosas piezas de origen
español caracterizadas por su riqueza ornamental,
confeccionadas en ricos encajes y guipures,
profusamente bordadas y adornadas con abalorios.
Inspirándose en estos y en otros referentes, el modisto
vasco incorporó el bordado en muchas de sus
creaciones y contó para su elaboración con los mejores
proveedores del momento. Piezas destacadas en este
capítulo son el vestido de ceremonia de la colección de
María de las Nieves Mora y Aragón, emparejado en la
sala con un retrato de Ana de Austria, de Alonso
Sánchez Coello, o el vestido de novia en chantung de
color marfil con bordado de hilos de plata cuya línea se repite en el traje de Isabel de Borbón,
esposa de Felipe IV, en el retrato pintado por Rodrigo de Villandrando.
Francisco de Zurbarán
Francisco de Zurbarán. Fray Francisco Zúmel, hacia 1628. Óleo sobre lienzo, 193×122 cm. Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid.
Vestido de novia, 1960. Satén y visón. Cristóbal Balenciaga Museoa, Getaria. © Museo Cristóbal Balenciaga © Jon Cazenave
Sala Zurbarán.
Considerado por muchos como uno de los primeros
diseñadores de moda, Zurbarán destaca por su
maestría en la representación de los tejidos y el
movimiento de las telas en sus pinturas. La
inspiración de Balenciaga en los volúmenes, pliegues
y texturas de los escultóricos vestidos creados por el
pintor extremeño para sus santas mártires se hace
evidente al contemplar juntas las creaciones de
ambos artistas. Lo mismo ocurre con el conjunto de
vestidos de novia reunidos en esta sala -entre ellos el
de Fabiola de Mora y Aragón para su boda con el rey
Balduino de Bélgica-, en un duelo de blancos, formas
y texturas con los hábitos de los frailes inmortalizados por Zurbarán. Son piezas realizadas con
tejidos rígidos con los que crea nuevas y favorecedoras siluetas de formas geométricas.
Francisco de Goya
Vestido de noche, 1963. Satén, perlas y abalorios. Museo Cristóbal Balenciaga © Museo Cristóbal Balenciaga © Jon Cazenave
Francisco de Goya. La reina María Luisa con tontillo, hacia 1789. Óleo sobre lienzo, 205 x 132 cm. Museo Nacional del Prado, Madrid. © Archivo Fotográfico Museo Nacional del Prado
Tules y encajes, línea imperio, aire ‘goyesco’… Otro
de los pintores clave en el imaginario del diseñador
español fue sin duda Francisco de Goya, y no solo por
la estética de los vestidos y complementos que lucen
sus modelos, sino también por su manejo del color y
su manera de transformar las formas en manchas
tonales, que en las creaciones de Balenciaga se traduce en acertadas armonías cromáticas. El vestido de noche blanco con muselina, perlas y
lentejuelas y el retrato de La marquesa de Lazán, de la Fundación Casa de Alba, o el vestido de
noche en satén verde claro con perlas y abalorios y el cuadro La reina María Luisa con tontillo, son
algunos de los emparejamientos destacados en esta sección.
Sala de Goya.
Los siglos XIX y XX
Vestido de noche, 1952. Tafetán. Cristóbal Balenciaga Museoa, Getaria © Museo Cristóbal Balenciaga © Jon Cazenave
Ignacio Zuloaga. Retrato de María del Rosario de Silva y Gurtubay, duquesa de Alba, 1921. Óleo sobre lienzo, 204 x 178 cm. ©Fundación Casa de Alba. Palacio de Liria, Madrid.
La vida cotidiana de Getaria y del San
Sebastián de su juventud y, en definitiva,
de la estética regional y la indumentaria
popular de la España de finales del siglo
XIX y comienzos del XX, formaron parte
del universo visual y conceptual que
Balenciaga trasladaría más tarde a sus
diseños. Una identidad de lo español que
se encontraba en las pinturas de la
escuela costumbrista del XIX, o en la obra
de artistas contemporáneos como Ignacio
Zuloaga, a quien frecuentó en sus años
en San Sebastián. La tradicional capa
castellana presente en muchos de los
cuadros del artista vasco, así como la estética taurina, formaban parte de ese mundo que
Balenciaga había vivido en primera persona. Los ejemplos reunidos en la sala son múltiples: un
vestido de cóctel, en tafetán de seda fucsia con tiras bordadas de algodón, cuyos volúmenes
repiten modelos como el de La bailaora Josefa Vargas en un cuadro de Antonio María Esquivel; una
chaqueta corta de noche en terciopelo de seda con el mismo ‘aire torero’ que la que luce Julia,
retratada por Ramón Casas en un cuadro de la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, o el vestido
de noche abullonado en tafetán rojo, cuya línea se asemeja al de María del Rosario de Silva y
Gurtubay, duquesa de Alba, en un retrato de Zuloaga, son solo algunos de ellos.
Saber más:
Exposición Balenciaga y la pintura española-Selección de textos del Catálogo
ACTIVIDADES COMPLEMENTARIAS
El 19 de septiembre se celebrará una Jornada en torno a la exposición que contará con la
intervención de conservadores, académicos, investigadores y gestores culturales para profundizar
en la figura del célebre modisto y la estrecha relación de sus creaciones con la pintura española de
los siglos XVI al XX. Entre ellos estarán Juan Gutiérrez, conservador del Museo del Traje de Madrid,
Miren Vives, directora del Museo Balenciaga de Getaria, o Estrella de Diego, catedrática de Historia
del Arte Moderno y Contemporáneo de la Universidad Complutense.
FICHA DE LA EXPOSICIÓN
Título: Balenciaga y la pintura española
Organiza: Museo Nacional Thyssen-Bornemisza
Fechas: Del 18 de junio al 22 de septiembre de 2019
Comisario: Eloy Martínez de la Pera
Comisaria técnica: Paula Luengo, conservadora de exposiciones del Museo Nacional ThyssenBornemisza.
Número de obras: 55 pinturas y 90 piezas de indumentaria
Publicaciones: Catálogo, edición en español e inglés; publicación digital en la app gratuita Quiosco
Thyssen para tabletas y smartphones, en español e inglés
Patrocinio: Con la colaboración de Herbert Smith Freehills y Las Rozas Village
INFORMACIÓN PRÁCTICA:
Dirección: Paseo del Prado 8. 28014, Madrid.
Horario: de martes a domingo, de 10 a 19 horas; sábados, de 10 a 21 horas.
Horario de verano, del 28 de junio al 31 de agosto: de martes a domingo de 10 a 21 horas.
Domingos de 10 a 19 h. Lunes cerrado.
Último pase una hora antes del cierre.
Tarifas: Entrada única: Colección permanente y exposiciones temporales:
– Entrada general: 13 €
–
Entrada reducida: 9 € para mayores de 65 años, pensionistas y estudiantes previa
acreditación
–
Entrada grupos (a partir de 7): 11 € por persona
– Entrada gratuita: menores de 18 años, ciudadanos en situación legal de desempleo,
personas con discapacidad, familias numerosas, personal docente en activo y titulares del Carné
Joven y Carné Joven Europeo
Venta anticipada de entradas en taquillas, en la web del museo y en el 917 911 370
Audio-guía, disponible en varios idiomas
Más información: www.museothyssen.org
Encontrarás la información también en nuestras Redes Sociales… síguenos y lo compruebas:
- Facebook: Dori Rodríguez García
- Instagram: @doriroga
- Twitter: @Doriroga
- Pinterest: Dori Rodríguez García-doriroga
- Facebook: Adoronews-Belleza y Moda
- Youtube: Adoronews
- Facebook: Nutriguia.com
- Twitter: @Nutriguia
- Youtube: Nutriguia