Sí ya conocíamos esta bonita villa madrileña, su plaza, sus cuevas, su artesanía pero nos encantó volver. Este ha sido nuestro cuarto viaje a Chinchón y ha sido muy interesante porque hemos visto y nos han enseñado Chinchón de otra manera, en un completo viaje de prensa que incluía: la alcoholera, panorámica de su magnífico castillo, su plaza y ayuntamiento, el teatro Lope de Vega, la iglesia de la Ascensión y… cómo no, probar su rica gastronomía, en uno de los populares mesones de la plaza, el mesón de la Virreina. ¿Nos acompañas a Chinchón?
La Alcoholera de González Byass
Nuestro primer destino, situada en la Ctra. M-311, P.K. 10,500, en Chinchón. Nos espera allí su gerente, Francisco José Domenech Navarro, quién nos cuenta las principales etapas del proceso, así como los ingredientes básicos y únicos: alcohol, azúcar y la matalahuga. «El chinchón es un destilado de calidad, cien por cien un destilado natural» nos decía, «la matalahuga es un arbusto pequeño que se recoge en Osuna, Sevilla, Montilla… su precio es elevado, 3,8 euros por kilo. De esta cantidad, 1 kg, se obtienen sólo 2,2 por ciento de aceites esenciales», precisos para hacer el chinchón. Francisco nos ha hablado de la producción de la planta: un 90 por ciento de anís dulce, un 10 por ciento, anís seco. Se elabora bajo la Denominación Geográfica Chinchón (no es una D.O. porque uno de los ingredientes se obtiene de fuera de Chinchón).
También hacen un rico licor de melocotón (Gran Pecher) y una crema de caramelo, que probaríamos más tarde, en el mesón, al finalizar la comida. Hemos visitado la zona de tanques o cuvas, la sala donde guardan los sacos de matalahuga (con un intensísimo olor a anís…) con un enorme sinfín por el que pasa el grano, la sala de embotellado, hemos visto el empaquetado, los almacenes, con cientos de cajas apiladas y dispuestas para los distintos destinos, el panel de mandos centralizado (donde se fiscaliza todo el proceso y producción, desde las descargas de las cisternas hasta el embotellado final, pasando por todas las fases, almacenamiento, impulsión a la elaboración de varios, alambiques, filtrado de jarabe, impulsión de azúcar, drenaje, pesaje de grano…
Por último hemos visto la exposición y tienda. Donde se puede comprar y degustar, en las visitas guiadas a la alcoholera. El precio de 1 litro de anís dulce (35 % vol. de alcohol) es de 10 euros. El litro de anís seco especial (con un 74% de vol. de alcohol) es de 27,50 euros (en las tiendas del pueblo los precios son más baratos que en la alcoholera). El anís seco posee un 45 % de vol. de alcohol.
En la alcoholera de Chinchón también hacen pedidos para fuera, para Diageo, empresa para la que fabrican un licor de varias frutas, que no se vende en España.En Nutriguia.com habíamos visitado ya una zafra en Córdoba, donde vimos el proceso de obtención del aceite; una bodega de cava en Cataluña, una fábrica de conservas en Vigo… nunca habíamos visto una alcoholera y nos ha resultado muy interesante.
Castillo y ayuntamiento
Tras la alcoholera nos hemos dirigido al alto donde se sitúa el castillo, por sus hermosas vistas panorámicas. Llamado el Castillo de los Condes, se sitúa al sur del casco urbano de Chinchón, en la parte más elevada y meridional. Se ubica justo en el mismo lugar donde antes estuvo otro castillo que habitaban los Cabrera, por cesión de los Reyes Católicos.
El III Conde, Diego Fernández de Cabrera y Bobadilla demolió lo que quedaba del primer castillo y empezó la construcción que se conserva (1590-1598).
En 1705 sufrió las consecuencias de la Guerra de Sucesión y en 1808, padeció el asedio, expolio e incendio por las brigadas galas.Su último uso en el presente siglo fue como fábrica de licores.
Seguidamente hemos acudido al ayuntamiento, donde la alcaldesa, Luisa María Fernández Fernández (del PP, que lleva varias legislaturas, en la fotografía del centro) nos ha dedicado una pequeña recepción y nos ha dado la bienvenida a la ciudad. Nos ha hablado del programa estival, de las visitas culturales y guiadas, de las noches de jazz y nos ha invitado a un pequeño desayuno en el que nos ha ofrecido algunos de los dulces típicos de Chinchón: «las pelotas de fraile» (fotografía de la derecha) y bizcocho casero. En Chinchón también son muy famosas «las tetas de novicia» (que tendremos que probar en otra ocasión. Y comenzamos la interesante visita guiada…
Teatro Lope de Vega
Hacia las 12 hemos comenzado la visita guiada, desde la espectacular plaza, al teatro Lope de Vega, callejeando por sus empinadas cuestas. Dicho teatro fue construido por la Sociedad de Cosecheros en 1891, sobre el terreno donde se ubicaba el antiguo palacio de los Condes.Se llama de Lope de Vega porque en dicho palacio escribió Lope la comedia «El Blasón de los Chaves de Villalba».
Con un aforo de 400 personas y una construcción muy sencilla, lo más significativo del teatro está en su interior, de gran belleza. En especial por el protagonismo de su precioso telón (que es en realidad un lienzo), del siglo XIX, con espectacular pintura de la plaza del pueblo atribuida a Luis Muriel (pintor de cámara de Alfonso XIII) y algunas escenas alegóricas, de especial significado para los que financiaron la construcción del teatro: la Sociedad de Cosecheros, como la República Francesa, porque consiguieron un premio en París a los anises de Chinchón. En el telón por tanto aparecen el diploma del premio, así como algunas botellas y racimos de uvas.
En él tendrán lugar este verano, a partir del 30 de junio, visitas teatralizadas (de las que nos han dado una pequeña muestra, con la intervención de tres actores en algunos de sus palcos: la condesa, un clérigo, un espectador dormido en el gallinero…). En este teatro también se celebra cada año el Certamen de José Sacristán (actor nacido en Chinchón), que tiene lugar después de Semana Santa y al que suele acudir el actor para su clausura.
Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción
Antes llamada iglesia de la Piedad (es la que se ve desde la Plaza, en lo alto). Lo más espectacular de esta iglesia se encuentra en su altar mayor y es un enorme cuadro pintado por Francisco de Goya: La Asunción de la Virgen. La construcción de la iglesia se inició en 1534, con un proyecto de arquitectura gótica de Alonso Cobarrubias y terminó en 1626, con un parón de la obra de casi 50 años. El tercer Conde de Chinchón, Diego Fernández de Cabrera, Mayodormo de Felipe II contrató para finalizar las obras a los mejores maestros. La condición especial para la financiación de estos nobles era el poder enterrarse bajo la cripta del altar mayor. En 1808 la incendiaron las tropas francesas y fue restaurada en 1828. Tiene una mezcla de estilos: gótico, plateresco, renacentista y barroco.
En el centro del retablo principal (sencillo para no desmerecer la importancia del cuadro) se encuentra la obra de Goya, un magnífico cuadro de gran valor, por tratarse de una pintura muy especial. En realidad Goya lo pintó en dos lienzos, que luego se unieron, porque no cabía el cuadro entero por la puerta de su casa… Goya en 1812 se había declarado ateo, y dijo que solo pintaría cuadros religiosos si se los encargaban y pagaban. No exise constancia de dicho pago, pero la guía nos resaltaba que lo más seguro es que lo hubiera recibido. El cuadro tiene bonitos y caros colores, dado que el genial artista empleó lapislázuli para los azules y polvo de oro (materiales muy caros…).
El hermano de Goya, Camilo, era el capellán de los Condes, por eso Goya vivió algunas temporadas en Chinchón y tenía una humilde casa en la villa, en una de las calles paralelas a la plaza, que hoy conserva una placa donde lo indica. Los aspectos más significativos del cuadro dejan claro que él era un pintor ateo: no pintó la túnica de la virgen de blanco (como hacían los artistas creyentes, para señalar la pureza de la Virgen, la pintó rosa), no le puso deliberadamente corona, en realidad colocó a su alrededor como una cadena de ángeles que se cree que querían significar el rostro de los más de 100 habitantes del pueblo que mandaron fusilar los franceses… muchos de ellos conocidos por el pintor. Esa masacre en un pueblo agrícola supuso dejar al pueblo y a muchas familias en la miseria… sin el cabeza de familia.
A los pies de la Virgen sitúa unos ángeles demasiado carnales (musculosos), de gran tamaño y protagonismo, cuando los ángeles se pintaban sin destacar sus formas y musculaturas… Por todo ello, Goya recibió de la iglesia católica una amonestación, al haber pintado un cuadro alejado de los cánones religiosos. Y eso es justamente lo que le da un valor muy especial al cuadro. Sobre el bastidor del cuadro reza escrito en lápiz: «Se colocó esta pintura el día 19 de junio de 1812, siendo cura párroco de esta iglesia el Sr. D. José Robles. La hizo D. Francisco de Goya, pintor de cámara de S.M.el Sr. D. Fernando VII».
En la fotografía de la izquierda, la guía ante el altar mayor; en la fotografía del centro,Nuestra Señora de Gracia, patrona de Chinchón, cuya festividad se celebra a mediados de agosto junto a la de San Roque; en la fotografía de la derecha, el Cristo (de cuatro clavos, los dos de las manos y uno en cada uno de los pies, una singularidad de esta talla ), al que se tiene una gran devoción.
La plaza y las columnas francesas
Tras la visita a la iglesia bajamos de nuevo a la plaza, mucho más bella que cuando la dejamos, porque ahora se han marchado las furgonetas y camiones de abastecimiento. Las guías nos hablan de parte de su historia: en 1499 se construyó la primera casa, la que hoy ocupa el Ayuntamiento. La plaza surge del azar arquitectónico. En el siglo XVII quedó cerrada con pases para carruajes. Tiene 234 claros (los huecos entre las columnas de madera de los corredores). Estos claros tienen una especie de servidumbre de paso, dado que hay casas que no tienen la titularidad de los claros (incluso restaurantes) y deben dejar el paso obligado a los propietarios, por ejemplo para las célebres corridas y encierros que tienen lugar en la plaza. Por cierto, que los toriles están en el edificio del ayuntamiento. En estos días ha comenzado la instalación de las infraestructuras del encierro que tendrá lugar el 25 de julio, día de Santiago. Justo ese día se celebra el primer encierro del año y da comienzo la temporada taurina.En la plaza de Chinchón han toreado las principales figuras del toreo.
¿Y las columnas francesas? Se conocen con dicho nombre porque justo en ese lugar había antes una taberna a cuyas puertas ocurrió un hecho que enemistó a dos pueblos: Chinchón y Colmenar de Oreja. Cuatro soldados franceses pidieron a un guía de Colmenar que les condujera hasta Colmenar de Oreja. El guía en vez de llevarles a Colmenar les condujo a ese punto de Chinchón, le quitó la espada a un soldado francés y le mató. Los demás habitantes de Chinchón mataron a los otros franceses. A consecuencia de este hecho los franceses castigaron muy duramente al pueblo de Chinchón, con el sacrificio de más de 100 varones… Por eso esas dos columnas de la plaza se conocen como las Columnas de los Franceses (arriba en la fotografía).
La guía nos ha contado que chinchón viene del latín cincho, herradura, cincho, chincho, chinchón… Y que en lenguaje coloquial a los habitantes de la villa se les llama chinchonete o chinchoneta, aunque el gentilicio, en lenguaje más culto, sea chinchonense o chinchonensa.
Mesón de la Virreina
¿Qué mejor manera de concluir una visita tan interesante que descubriendo y saboreando su rica gastronomía? El lugar elegido, uno de los mesones de la plaza: el Mesón de la Virreina (Plaza Mayor, 28). El punto y final era nuestra cita con la alcaldesa, Luisa María Fernández; con el teniente de alcalde, Miguel Ángel Moya Gaitero (simpatiquísimo, con vocación y repleto de ideas), con Fernando Valmaseda (director de RVEdipress) y con Francisco José Domech, gerente de la Alcoholera.
Hemos disfrutado platos de la zona: desde unos
chupitos de Gazpacho y Ajoblanco (el ajo de Chinchón es muy conocido por sus excepcionales cualidades), a unos Ibéricos(jamón, lomo, chorizo asado, morcilla…), un plato de espárragos verdes y blancos con mayonesa, el típico Asadillo de pimientos (con atún y huevo duro), y para finalizar carne de buey (asado de tira) a la piedra. ¿El colofón final? Leche frita flambeada con chinchón seco especial (el de 74 % de vol. de alcohol), un postre delicioso y preparado en la mesa.
Y como no podía ser de otra manera… tras el café, una copa de buen chinchón dulce, servido en copa de balón (para prestigiar esta bebida debería servirse siempre así, como aconseja el gerente de la alcoholera), seguida de un chupito de su nuevo licor de caramelo… Nosotros nos quedamos con el famoso eslogan de 1970: «Chinchón, anís, plaza y mesón»… pero visto lo visto y lo que aún nos queda por ver (que es mucho), después de nuestro cuarto viaje a la villa, diríamos también: arte (Goya), cultura (teatro, visitas teatralizadas), cuevas, artesanía, fiestas (Santiago, de la Ascensión…), encierros, sus gentes (empezando por su alcaldesa), historia, callejuelas…
¡No te lo puedes perder!
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